¡Hola! Qué pronto has llegado, ¿no? Te esperaba dentro de unas horas, así que no me ha dado tiempo a arreglar nada. Tengo las arterias llenas de polvo y... huele bastante a soledad aquí dentro; pero ya has vuelto. Puedes colgar tus cosas en la arteria pulmonar, creo que sirve muy bien como percha, o incluso puedes tender ahí la ropa. Bueno, esto es todo. No hay mucho más que ver, aunque tú eso ya lo sabías. ¿Qué, al final te quedas? Sé que quizás no sea muy luminoso, es más bien pequeñito y, en cuanto entres, se pondrá a palpitar como un loco. Pero te prometo que podrás estar aquí siempre. Cuando necesites un refugio para escapar del mundo, siempre podrás esconderte ahí. Cuando sientas que a nadie le importas, o que el sol podría estrellarse contra la Tierra en ese mismo instante, él te recordará que te quedan motivos para sonreír. Y, además, si te quedas, me harás la chica más afortunada del mundo.
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