lunes, 5 de marzo de 2012

La felicidad solo es real cuando se comparte.

Realmente ella y yo somos como el sol. Ella alumbra mi vida, y yo intento alumbrar la suya. ¿Qué pasaría si su vida y la mía se juntaran? Si, por fin, fuéramos uno. Arderíamos. Pero a mí no me importaría arder si es a su lado. Dicen que hay muertes dulces, pero lo que no saben es que morir en sus brazos es la más dulce de todas. No sé si puedo hacerla feliz, no sé si la merezco, pero lucho por hacer las cosas bien, porque por primera vez, siento que esto es lo que tengo que hacer. Luchar. Porque si no lucho sé que no llegaré a ningún lado, y yo quiero irme lejos, con ella. Me da igual el lugar mientras ella esté a mi lado, y si tengo que ir al fin del mundo, iré, tengo el amor necesario para hacerlo. Y recuerda que no te pido nada, yo sólo quiero dártelo todo, sólo necesito eso. Todo el mundo me dice: Estás enamorada, se nota. Y yo me pregunto ¿Lo estoy?, ¿Esto es amor?, ¿Será lo mismo que siente ella? Yo creo que es amor, porque, me lo ha dicho tanta gente, y siento tantísimo que es imposible que sea otra cosa, así que, siendo tan radical como soy, llevo este sentimiento al extremo, hasta no poder sentir más, hasta amarla tanto que me duela el corazón y sólo ella pueda aliviarlo. Así que, lo siento, pero me he enamorado de ti.


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